El color
fusiona, en muchas de las culturas antiguas, ciencia, arte y religión. Colores
que juegan un papel primordial en la concepción del mundo, el futuro que le
espera, la línea del tiempo por la que se movían, y ahora nos movemos, y
conceptos físico-mágicos que llenan de significado la fundamentación de todo lo
que conocían, conceptos que resultaron un importante eslabón para encontrar
respuestas a las preguntas que muchos años después investigadores han podido
despejar.
Colores
que representan elementos concretos de la realidad de su época, dieron forma a
las bases del conocimiento que se desarrollaría posteriormente gracias a las
primeras observaciones que las culturas antiguas hicieron de materiales,
texturas y durabilidad. La relación que éstas tenías con los materiales que
utilizaban en la creación de accesorios para la guerra, los sacrificios, las
ceremonias, los rituales y la vida cotidiana nos han acompañado desde las
primeras generaciones de nuestra sociedad. El rojo para la juventud, el negro
para la muerte y el blanco para la paz.
Continuando con las entregas de La exploración
del color, esta vez conoceremos el significado que el color rojo tenía para
algunas culturas.
El color del fuego, la guerra, la pasión y
la energía, el rojo, simboliza el poder y se asocia con la vitalidad y la
ambición; aporta también confianza en sí mismo, coraje y una actitud optimista
ante la vida. Pero también tiene un aspecto negativo y puede expresar rabia.
En
la naturaleza, este color es de defensa para algunos animales. Algunas especies
advierten a los depredadores de su toxicidad y/o mal sabor. El rojo usado en
estos casos es intenso, apropiado para distinguirse en el entorno natural,
donde son más frecuentes los verdes, azules y marrones.
Para
las culturas precolombinas este color era uno de los tonos principales de la
guerra, para la cultura Náhuatl era el color de la sangre. En el mapa
precolombino, el rojo simboliza el Oriente, lugar de la razón, Tlappcopa: de
donde nace la luz. Es la zona de la vida y está simbolizado por el quetzal.
Para
la cultura Inca, el rojo pertenecía a los sacerdotes ceremoniales y a las
vírgenes consagradas. Los tonos del crepúsculo, con matices anaranjados y
azafranados, podían generar sensación de temor. Esa luz era denominada: “el sol
de los muertos”.
El
uso de los colores acompaña el desarrollo de las sociedades a lo largo del
tiempo y aunque el uso de éstos cambia junto con la población de determinado
lugar, el nuevo uso y significado es adoptado rápidamente por los
pertenecientes a una determinada comunidad.